Proceso de hominización

 I. CONCEPTO.

Es el proceso por el cual, a través de millones de años, nuestros ancestros fueron adquiriendo características que les permitieron dominar su medio ambiente y que, finalmente, los convirtieron en seres humanos. Dicho proceso evolutivo se desarrolló de manera gradual y progresiva.

II. ANTECEDENTES.

Desde el siglo XVIII, época de la Ilustración, filósofos, anatomistas, biólogos, y demás investigadores y eruditos empezaron a preguntarse de dónde y cómo pudieron aparecer las especies de plantas y animales que pueblan la naturaleza, y entre todos ellos los primeros seres humanos. Las teorías religiosas habían entrado ya, hacía algún tiempo, en el descrédito, gracias, entre otras cosas, al pensamiento racional y crítico de la intelectualidad europea. Así, en el año de 1809, un naturalista francés, Jean Baptiste Monet, caballero de Lamarck, publicaba una obra titulada “Filosofía Zoológica”, en la cual planteaba la primera teoría oficial del proceso de evolución. Dicho planteamiento era conocido como la “Teoría de las Caracteres Adquiridos” o, simplemente, “Regla del Uso y Desuso”, el cual empezó a tropezar con las pocas evidencias científicas que mostraba. Lo curioso, es que en ese mismo año, nacía quien a la larga se iría a convertir en el “Padre de la Teoría de la Evolución”: Charles Robert Darwin Wedwood, el cual, tras varios años de observaciones, estudios e interpretaciones de la vida salvaje lograría publicar en 1859, la obra que lo catapultó a la fama mundial: “El origen de las especies por medio de la selección natural”. Dicho libro, marcó la pauta para las futuras investigaciones, con respecto al proceso evolutivo natural. La idea que en el reino de la naturaleza existe una constante lucha por la sobrevivencia, y que sólo sobreviven los más aptos fue crucial para entender el comportamiento de muchas especies de plantas y animales, entre ellas, la del ser humano. Años después, en 1871, Darwin daba otro salto en la comprensión de la evolución humana al publicar: “El origen del hombre y su descendencia en relación al sexo”. Inmediatamente, muchos investigadores se lanzaron en la búsqueda de aquellos restos que pudieran identificar a los ancestros humanos más relevantes, entre ellos, al famoso “eslabón perdido”. Así, surgió la iniciativa de encontrar la genealogía que explique la evolución del ser humano.

III. FACTORES CONDICIONANTES DEL PROCESO DE HOMINIZACIÓN.

Uno de los primeros elementos que condujeron a un grupo de Hominoides a convertirse en Homínidos fue la posición erguida, la cual conllevó a una serie de modificaciones en la anatomía corporal: modificación de la columna vertebral, la cual presenta ahora cuatro curvaturas, adaptación del pie para el equilibrio, liberación de las manos, ensanchamiento de la pelvis y el tórax, así como cambios en la forma y relación de las vísceras y modificaciones múltiples en el esqueleto y en los músculos de los miembros.

Un segundo factor fue la bipedestación, lo cual permitió el desarrollo de un arco en la planta de los pies, mientras los miembros superiores se hacían más cortos que los inferiores. De la misma forma, el centro de gravedad del cuerpo se desplazó hacia atrás, motivando la transformación del cráneo, el foramen magnum (el agujero occipital que da paso a la médula espinal en el cráneo de los vertebrados) se desplazó de la parte posterior a la parte central de la base del cráneo. Se modificó la arquitectura de la cara y de los maxilares, desapareciendo el prognatismo.


Gracias a la locomoción bípeda, el dedo pulgar, oponible a los restantes, permitió una mayor destreza manual, que perfeccionó la capacidad prensil de los Homínidos.
A todo ello, se le suma el aumento progresivo de la capacidad craneal, así como de la complejidad del
sistema neurológico, el cual se hace más evidente en las primeras formas del género Homo.
Todos estos factores, ocasionaron el desarrollo de los Homínidos, hasta el surgimiento de los humanos actuales (Homo Sapiens Sapiens).


4. ESQUEMA EVOLUTIVO DEL HOMO SAPIENS.
Desde hace más de 4,2 millones de años hasta hace por lo menos 1,2 millones, vivieron grupos de Homínidos denominados Australopitecinos que, aunque eran pequeños y tenían cráneos simiescos, caminaban erectos.
Las especies descritas hasta el presente incluyen al Australopithecus Anamensis y al Australopithecus Afarensis, los cuales constituyen el linaje ancestral, y dos ramas divergentes: los Australopitecinos gráciles como  A. Africanus, y robustos, como A. Robustus, A. Boisei y A. Aethiopicus. Estos Australopitecinos robustos han sido clasificados actualmente en el género Paranthropus. La primera especie representante del género Homo es H. Hábilis, “primer hacedor de útiles”, el cual aparece hace unos dos millones de años. Otra especie posterior es H. Ergaster, del cual se desprenderían, tanto H. Erectus, que vivió desde hace unos 1,6 millones de años hasta hace unos 300 mil años, como H. Antecesor (Hombre de Atapuerca), el cual tendría unos 800 mil años de antigüedad cuando menos. Es a partir de éste último representante que la evolución vuelve a bifurcarse. Por un lado, aparece H. Heidelbergensis, al parecer, el ancestro directo del H. Sapiens Neanderthalensis (el cual se extinguiría), y por otro lado, surge H. Rhodesiensis, el cual engendraría al H. Sapiens Cromagnoniense.
El origen de los humanos anatómicamente modernos está en discusión. El modelo del candelabro sugiere que evolucionaron a partir de diferentes poblaciones locales de H. Ergaster, mientras que el modelo del Arca de Noé propone que H. Sapiens se originó a partir de una única población. La mayor parte de las evidencias, que incluyen el análisis genético, sugieren que los humanos modernos evolucionaron a partir de una población africana que migró hace aproximadamente 100 mil años (“Teoría de la Eva Mitocondrial”) y que, a medida que se expandía, fue reemplazando a las poblaciones europeas y asiáticas del género Homo previamente.




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